Después de pensarlo mucho, decidí dejar a un lado lo aprendido hasta el momento y lanzarme hacia otros sitios, hacia construir mi propia forma de vivir, de disfrutar y conectar. Y eso sonaba a que sí o sí iba de la mano del movimiento.
Comencé a investigar, a preguntar y a formarme en materias deportivas, anatómicas y fisiológicas. Experimentaba en mí todo lo que iba aprendiendo. Después lo hice con amigos y amigas y así, introduciendo la movilidad en nuestras vidas ante un espantoso sedentarismo, fue cuando puse el foco en crear un método que devuelve la coherencia a los cuerpos. Un método flexible, adaptado a todas las personas que no encuentran su lugar en el deporte.
Continué formándome mucho más en profundidad en materias relacionadas con fuerza funcional, movilidad articular, trabajos integrativos de potencia, estabilidad y coherencia corporal y emocional.
Vale, lo tenía y la fórmula funcionaba, teníamos resultados, Peeeeero…
Observé que el gran índice de abandono de muchas personas no era solo un tema de fuerza de voluntad; que a pesar de tener ganas y conocer sobradamente los beneficios de hacer deporte, muchas personas no conseguían empezar a entrenar, o si lo hacían, abandonaban una y otra vez. No estaban siendo capaces de generar el espacio y el tiempo suficientes para ver cambios. Querían mejorar, pero algo lo impedía.
Investigando…¡tachán!, descubrí lo que pasaba: frenos mentales, juicios y creencias limitantes se hacen llamar. La perfecta fórmula para tu “no avance” hacia donde deseas ir. Observé el peligro que suponen ciertos discursos mentales que nos repetimos como mantras tipo “el deporte no es para mí” “siempre he sido vago/a”… Se instalan dentro de nosotros y, sin darnos cuenta, nos suponen el mayor freno del mundo. Esta frase lo resume a la perfección: “lo que crees, creas”.
Vale, lo tengo… pero ¿y ahora cómo sigo? Lo vi tan claro, que me formé durante 2 años como Coach, en su modalidad Ontológica. Esta gran disciplina es un pilar fundamental del Método WIP.
Ser Coach y el trabajo de autoconocimiento realizado durante años, me ha posicionado en un lugar diferente y privilegiado para poder acompañar, con responsabilidad y presencia, a las personas para mirar más allá de los juicios sobre sí mismos. A empoderarse y jugar en la liga de la aceptación vs la liga de la exigencia.
Para terminar, me gustaría expresar que es para mí un verdadero placer dedicar mi tiempo a acompañar a las personas a que encuentren su lugar en el deporte y se recoloquen donde desean en la vida. ¿Más info? Tomándonos un café, por ejemplo 😉